El anuncio de una explosión ocurrida hace más de una semana minimiza las expectativas de encontrar con vida a los 44 tripulantes del submarino ARA San Juan. Sin embargo, eso no implica que las tareas en el Atlántico Sur vayan a darse por concluidas.
Ahora, las fuerzas militares internacionales que se unieron a las argentinas para acelerar los rastrillajes trabajarán con la finalidad de encontrar la ubicación exacta donde yace el navío. La disyuntiva, en ese caso, es conocer si el submarino cayó luego de la explosión más allá del talud de la plataforma continental.
Si esa fuera la situación, no se puede descartar que el casco resistente del buque haya colapsado irremediablemente, debido a la presión del agua y a la profundidad. El antecedente es el del Scorpion, un submarino nuclear norteamericano declarado perdido en junio de 1968, cuando navegaba con 99 tripulantes a unas 350 millas náuticas de las islas Azores, en el Atlántico norte. Terminó a 3.000 metros de profundidad y nunca fue recuperado.
¿Por qué continuarán las tareas? Principalmente, porque encontrar el submarino y analizarlo podría aportar más información sobre lo sucedido, mucha más precisa que la transcripción de un reporte internacional dado ayer por la Armada Argentina. El objetivo de los escuadrones de rescate es develar cuáles fueron las causas que originaron la explosión, teniendo en cuenta que fue descartado por las autoridades que se trate de un ataque armado en contra del submarino argentino.
La principal hipótesis que barajaban ayer en el edificio Libertador de la Capital Federal se centra en un cortocircuito en los packs (sería el tanque 3) de batería que dan energía a la nave. La presunción -según el diario La Nación- es que la detonación fatal se produjo cuando el San Juan navegaba en inmersión a unos 14 metros; es decir, a profundidad de periscopio. En esa situación pudo haberse producido una inesperada entrada de agua que haya llegado a la zona de baterías y que, como consecuencia, haya generado un arco voltaico entre los bornes del tanque de generadores de estribor y el casco del buque, con trágico resultado. El temor es que, tras la explosión, el navío haya caído a unos 3.000 metros de profundidad.
Contratiempos
Ayer, las condiciones meteorológicas en Comodoro Rivadavia, con vientos de entre 60 y 80 kilómetros por hora, volvieron a retrasar los trabajos de aprestamiento de los buques que se están preparando para dar con el submarino ARA San Juan, Sophie Siem y ARA Puerto Argentino.
Rubén Palomeque, enlace coordinador entre el municipio y las tareas que se desarrollan en el puerto para preparar a estos buques de rescate, informó que sólo pudieron trabajar en la preparación interior de las naves, pero no en su aprestamiento externo.
Lo primordial es finalizar la tarea y lograr que el Sophie Siem -el buque remolcador de bandera noruega- zarpe. La tarea más difícil fue el corte en la popa para realizar una rampa que permita el deslizamiento del minisubmarino, la embarcación a control remoto que puede sumergirse a 600 metros y rescatar hasta 16 personas.
Chris Loundermon, uno de los voceros civiles del Comando Sur de la Armada de Estados Unidos (US Navy), expresó que los marines no se irán hasta tanto no se levante la búsqueda. Al ser consultado sobre el tiempo que los aviones aportados por ese país estarán operando en la zona, el vocero expresó: “van a seguir prestando su ayuda hasta que dejen de ser necesarios para la Armada Argentina”. (Especial)
Territorio argentino
Según las mediciones, el submarino explotó cerca del límite de la plataforma continental
La tecnología puesta al servicio de la búsqueda del submarino ARA San Juan indicó, entre otros, el lugar donde a las 10:51 del miércoles de la semana pasada ocurrió el “evento violento, singular, anómalo, corto y no nuclear consistente con una explosión”: a más de 400 kilómetros de la costa patagónica, muy cerca del talud donde termina la plataforma continental de nuestro país. A partir del 11 de marzo de 2016, la Argentina cuenta con una plataforma continental de 6.581.000 km². Aquel día, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) avaló, por unanimidad, el planteo de nuestro país, acerca de la necesidad de ampliar este espacio. El reclamo argentino se había estructurado sobre la base de un minucioso y detallado trabajo científico y técnico, que permitió ampliar los derechos de soberanía de la Argentina en más de 1.782.000 km² de plataforma continental. Entre los expertos que participaron en este estudio figura el profesor emérito de la Universidad Nacional de Tucumán y ex diputado nacional, el doctor en Geología Florencio Aceñolaza. Este había sido autor de la Ley N° 24.815, mediante la cual se creó la Comisión Nacional del Límite Exterior de la Plataforma Continental. Durante 20 años esta comisión estudió el alcance de la plataforma marítima argentina y concluyó que era mucho más grande de lo que históricamente se había reconocido. El estudio significó la incorporación de toda la riqueza ictícola y mineral -petróleo-.
Otros submarinos siniestrados
“AS-28”.- Siete marineros rusos fueron especialmente afortunados en agosto de 2005. Un robot submarino británico con herramientas de corte consiguió liberarlos después de que el pequeño submarino “AS-28” permaneciera más de tres días a más de 170 metros de profundidad ante Kamchatka.
“Kursk”.- En agosto del año 2000, explotaron los torpedos del submarino nuclear ruso en el mar de Barents. En una operación espectacular, los buceadores trataron en vano de liberar a las 118 personas que habían quedado atrapadas a 108 metros de profundidad. Más tarde se encontraron cartas de despedida de los soldados que demostraron que varios hombres sobrevivieron a la explosión.
“Pacocha”.- En agosto de 1988, el submarino peruano chocó con un barco de arrastre ante la costa de Lima y se hundió. Los marineros atrapados lucharon a 35 metros de profundidad durante 24 horas contra el agua que se filtraba. Los buceadores consiguieron liberar a 23 personas, mientras que cuatro no pudieron ser rescatadas.
“Squalus”.- El submarino estadounidense se hundió en mayo de 1939 ante New Hampshire. El agua comenzó a entrar en la embarcación debido a un defecto en una válvula de aspiración. Con ayuda de una campana de buceo se consiguió salvar a 33 hombres tras pasar 39 horas a 74 metros de profundidad. Otras 26 personas fallecieron en el accidente.